jueves, 28 de noviembre de 2019

EL MOVIMIENTO LIBRE

            Durante los doce primeros meses los niños multiplican su peso por tres y se completa la maduración de las funciones cerebrales y de las capacidades sensoriales. Desde el punto de vista psíquico, van a explorar y descubrir su cuerpo, al otro y al medio que les rodea hasta construir una primera conciencia de sí mismo y de sus relaciones afectivas básicas.

                 Todo esto es posible gracias a su equipamiento innato y a la inmersión en un medio social que le acoge y responde adecuadamente. Además está teñida y condicionada por las emociones que se producen en sus intercambios continuos con el medio.
 
                  La motricidad es lo que permite al niño tomar conciencia de sí mismo, expresarse, sentirse… por ello, el movimiento libre tiene tanta importancia en la primera infancia para el desarrollo saludable de su personalidad.
 
                  Es por estos motivos por los que trabajamos de la mano de Emmi Pikler, una pediatra cuyo sistema pedagógico se basa en la necesidad de apego del niño y la necesidad de autonomía de éste. En otras palabras, el niño necesita la seguridad del adulto en sus experiencias motoras, pero no debemos influenciar directamente en el desarrollo motor de un bebé. Si un niño progresa más lentamente es porque necesita más tiempo para alcanzar el siguiente paso, sin incitarle ni forzarle a alcanzarlo antes de que él esté preparado.
 
                  Por ejemplo, si le sentamos antes de que sepa hacerlo solo, su espalda no se mantendrá recta, presentará forma curvada y estará tensa, y los músculos de la espalda y la columna vertebral no se reforzarán.

                  Algunos de los beneficios del movimiento libre son:

  1. -  Desarrollo psicomotriz correcto y seguro.
  2. - Mejor equilibrio y adopción de posturas corporales más naturales y saludables.
  3. -  Autoconocimiento de su cuerpo y de sus posibilidades y limitaciones, lo que hace que se caigan menos y tengan menos accidentes.
  4. -   Fomento de la seguridad en sí mismos y la autoconfianza. 
  5. -  Personalidades más armónicas. 
  6. -  Los niños crecen y evolucionan a su ritmo y dan los pasos evolutivos cuando están preparados para ello, sin frustrarse por no poder hacer aquello que se les exige.
  7. -    Desarrollo de la creatividad al permitirles jugar en libertad, sin exigencias.

                  Es por esto que el movimiento autónomo es un pilar fundamental de nuestro proyecto educativo ya que los niños desarrollan el pensamiento a través de la acción. Por ello, en nuestra escuela hay un espacio preparado y pensado para que los niños puedan ir adquiriendo por sí mismos y con el acompañamiento de la educadora, todas las habilidades posibles.



 

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